Al menos hasta hace un tiempo, pensar en arte o estilo minimalista suponía llenar nuestra mente de elementos extremadamente sencillos y de colores sobrios. Podíamos imaginar, por ejemplo, un salón con paredes blancas y con una mesa del mismo color sin ningún tipo de decoración. Se trata, en esos casos, de una sencillez en estado puro.
Hoy en día hay mucha gente que sigue optando por ese estilo tranquilo y sosegado, del que no hay duda de que pueden surgir espacios geniales. Pero, en esta ocasión, queremos hablaros de otra combinación un poco más atrevida sin dejar de lado ese gusto por la sencillez. Es lo que podíamos denominar “estilo minimalista con color”, es decir, usar formas sencillas y elementos básicos con paredes coloridas o con objetos “chillones”. Lo más interesante de este estilo es que las formas son más limpias y el color destaca mucho más gracias a esa ausencia de elementos superfluos.
Algunos de los colores que mejor combinan con la decoración minimalista son el naranja, el verde o, incluso, el flúor. Estas tonalidades darán un toque de dinamismo y alegría al ambiente. Como hemos dicho, una de las opciones podría ser utilizar una pintura de pared que sea muy colorida y unos elementos de colores más sobrios. Imaginemos, por ejemplo, un fondo color naranja y un sofá minimalista en color blanco. También hay que decir que este estilo funciona a la perfección en habitaciones infantiles, ya que la simplicidad nos dará una sensación de orden y el color puede aportar ese toque divertido que todo niño necesita.
Otra solución decorativa sería la de escoger un mobiliario con formas sencillas pero que, en lugar de ser blanco, negro o gris, sea de estos colores que decimos. Las lámparas de sobremesa o los cojines son los elementos perfectos para esta idea.
Si probáis este estilo en casa, descubriréis que es posible tener un espacio que nos brinde serenidad y orden, pero que a la vez sea alegre y enérgico. No habrá nada mejor que unir una ventaja de cada estilo y saber que ambas combinan a la perfección.